domingo, 18 de octubre de 2009

HISTORIAS DE LA CÁBILA Parte I: “Sobre lo apolíneo y lo dionisíaco”


REFLEXIONES DE UN CABILERO

Todo se transforma. Cruzar la frontera parece el acto final de un ejercicio de preparación mental en el que tenemos que superar la ausencia de… ¡tantas cosas! Por supuesto, no es un sufrimiento, todo lo contrario. Vamos porque vamos a disfrutar de otras cosas, pero sin el internet, nuestro sofá, nuestra música… en fin. Por otro lado, también asumimos nuevos roles. Nos convertimos en auténticos supervivientes adaptándonos a cualquier situación sin rechistar, para todo problema tenemos una solución a la voz de “ya”. Sin embargo, en casa (por poner una situación) nos quedamos sin bombona de butano y la “liamos bien parda”. Nos cagamos en todo lo que se menea, en los vivos y en los muertos (que en paz descansen), en ocasiones nos bloqueamos y perdemos los papeles. Pero allí no. Allí se puede sentir un proceso de transformación que no deja de ser una terapia positiva para nuestras cabezas, inmersas habitualmente en la rutina “algo” estresante del trabajo.

En la cábila, aunque en grupo también solos, y eso nos hace ser más nosotros mismos. Supongo que el encuentro con la naturaleza y la convivencia en un entorno casi decimonónico, hace sacar de nosotros nuestro “yo” más profundo creando una especie de microcosmos paralelo al de nuestra realidad que se desconecta justo al volver a cruzar la valla.

Tras este mamotreto soporífero vamos a lo que vamos. La fotografía ahí expuesta podría ilustrar bastante bien la doble naturaleza del ser humano. El personaje de la izquierda en un arrebato de orden agarra la escoba, obviamente, para limpiar, algo que no entiende el personaje de la derecha que se siente insultado, amenazado o algo así y decide atacar. Poseído por “a saber qué” lanza una patada a lo “Jackie Chan” impresionante. Su salto dejó boquiabiertos a todo bicho presente.

Continuará…

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