Hamed era un tendero del zoco de Nador, los días para él eran como gotas de agua en el chorro de una cascada, todos eran iguales, monótonos, insulsos y aburridos, además la ventas no eran como para tirar cohetes. Un buen día, en el habitáculo de su pequeño puesto, escuchó una voz que salía de la pantalla que estaba justo a su espalda. Era una voz firme, no demasiado enérgica y picaresca que se dirigía a él, Hamed anonadado le dijo con voz temblorosa: ¿es a mé? y el genio de la pantalla respondió: ¡si, a mé?.
Escucharme bien, en vista de la vida tan aburrida que llevas te concederé tres deseos, y no me pidas que Marruecos gane el mundial, o que Salma Hayek venga a tu tienda a comprarte un lindo radio cassette y cosas de esas. Además tuviste la oportunidad de pedirle un autógrafo al monarca cuando se detuvo frente a ti en el nuevo paseo marítimo y te quedaste pasmado.
Te veo un poco flojo, deberías empezar a vender esos aparatos como los ipod, mp3, wi, consolas y alguna gama de móviles de última generación y no te obsesiones por los relojes de pulsera.
Ya me contaras otro día.
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