lunes, 13 de diciembre de 2010

Historias de la frontera: Y Crucé (viajero mañanero)


Salí caminando de casa después de dejar al peque en cole. Llegué hasta la última parada, seguí un poco mas adelante. Retrocedí pensando en el cafecito y la tostadita, volví a mirar la parada del autobús. Era un día tranquilo de transeúntes y se me ocurrió cruzar la frontera. Me encanta pasear por lugares raros, y sobre todo me encanta cambiar de país en un plis plas. Es como entrar en una atracción de feria, es un pasillo estrecho, puerta corredera, muestras tu acreditación a los policías, pasas a la siguiente fase y ya estas en la “atracción”. No había mercado como los domingos, los viernes son tranquilos, solo unos pocos pasan a la ciudad vecina




Llegué hasta una rotonda que enlaza con la nueva carretera, me giré. Mi intención prácticamente solo era cruzar y mirar un poco, pasé por detrás del “loco de Picasso” se parecía a ese apunte, hombre de pelo rizado, mugriento y atufado a vida errante soltando palabra al viento.


 

El “hari” (señor) del tabaco tenía poca clientela pero se le veía en posición estratégica.

Es curioso, el “barrio chino”, Hardú, un viernes tiene poco de interés, pero si te fijas bien se ve Melilla casi entera y observas el orificio de entrada, feo, estrecho, vacío de transeúntes en faena. No quiero ni imaginarme estar aquí un lunes a esta misma hora, estaría abarrotado y tendría que guardar cola y empujones.


                                                                                                                 
Y justo detrás está España, ni península ni ínsula, un trozo de tierra que completa el continente africano. Allí  vivo.

                                  
A veces me gustaría caminar mas lejos, pero una cosa es cierta, mejor haber desayunado antes.
                                                         

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